"En el abismo profundo de los géneros aparecen estos textos. En el abismo profundo de cualquier estigmatización significan. La escuela del estigma, dice Dani. Todo el esfuerzo está en esa batalla, ¿no?"
Adriana Fernández
Estados_Daniel Gigena
Ficha técnica
_autor: Daniel Gigena
_arte de tapa: Cotelito
_imagen de tapa: Coqui, acuarela sobre papel, 29 x 21 cms., 2007.
_sin isbn / formato: 9x12,5 cms. / 138 pp. / 2014
Sobre este libro
Este libro, como todos los de la Expo, puede comprarse en papel o leerse, compartirse, descargarse en versión digital de manera gratuita.
Daniel Gigena
Dan en la sala de la Bilbioteca del Congreso Yo nena, yo princesa, el documental sobre la nena trans que filmó María Aramburú. Voy desde el trabajo (qué importa si la editorial o el diario) a verla; la encuentro junto a Valeria Paván, la psicológa de la CHA que realizó las entrevistas con la madre de la nena. Ciertas decisiones sobre el lenguaje hechas por la madre de Luana me parecen muy atinadas: dice “el padre”, nunca mi marido; “su nombre de varón” (nombre que los espectadores nunca conoceremos) o cuando cuenta que teme que los demás vean a su hija como un “bicho raro” (la versión al inglés del documental, que se puede seguir mientas uno lo mira, traduce la expresión como freak). La cámara está ubicada ligeramente a la derecha y se nota que Valeria está frente a la madre, apenas a la izquierda. Hacia ahí apunta la mirada. En la oscuridad tomo notas, pienso que tal vez pueda escribir algo para el blog de Vero Dema. La madre de Luana, Gabriela, dice que una psicóloga le sugirió un método correctivo para que Luana dejara de sentirse una nena y fuera, como su hermano mellizo, un varón. El método consistía en humillar a la criatura diciéndole que no era lo que ella sentía que era (¿les suena familiar?). Pero Luana seguía usando las remeras de la madre como vestidos (el sentido de la moda de los niños es muy agudo), y convertía repasadores y toallas en una larga cabellera a la que revolear como en las propagandas de champú. En mi infancia hacía algo parecido con las toallas; en los campamentos escolares parodiaba a mujeres de la farándula que hacían entrevistas televisivas. A una directora del colegio al que yo iba no le gustaban los varones que se disfrazaban de mujer, me contó un amigo gay que murió a comienzos de los años noventa. Pienso con pena y al mismo tiempo con revanchismo en que esa docente falleció antes de que en el país se sancionara la Ley de Identidad de Género. Mi amigo Carlos, al que le decimos Char (un apócope de “Charline”), me bautizó hace años como Solange, Solange de Beauvoir. A Jorge, que aún vivía, no le gustaba que me llamaran así pero algo en el modo de pronunciarlo de Carlos, como si en el nombre convivieran el refinamiento y la mascarada, me hacía reír y no tuve ningún reparo en adoptarlo sin protestar
Cotelito
Hola.
Soy Cotelito, la actividad que mayor tiempo le dedico mi vida es la de crear imágenes.
Esta actividad me acompaña desde la niñez, cuando dibujar era una práctica sumamente estimulante y continúa siéndolo con mayor intensidad. Dibujar me ayuda a comprender con más amplitud el mundo que me rodea y mi propia existencia.
Mi temperamento es contemplativo, todo lo que vivo, lo que siento y pienso son el material para la formación de dibujos y pinturas, las cuales pienso como metáforas de momentos vividos o vislumbrados, de experiencias, de paisajes sentimentales.
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