Algo que si flota lo suficiente podría llegar a Checoslovaquia. Un extranjero con quien nadie nunca habló pero que todos sienten parte de sus vidas. Cincuenta y un pasajeros de un tren que se bajan casi al mismo tiempo. Unos viejos anteojos de películas 3D que permiten ver como el alma huye de los cuerpos muertos. Un robo millonario, únicamente realizable en la imaginación de un niño. El hijo pródigo que vuelve, igualito a como todos lo recuerdan. Un tren negro que sin parar da la vuelta al mundo en más o menos cuatro años, y un pueblo donde quién sabe por qué efecto misterioso las casas pesan cada vez menos.
La construcción de un mito pobre con los escombros de un pueblo arrasado y a punto de desaparecer. Esto es "A dos horas de Barboza". Esto o alguna otra cosa que el lector decida que sea.
A dos horas de Barboza_G. Gálvez Romano
Ficha técnica
_autor: Gonzalo Gálvez Romano
_arte de tapa: Santiago Rey
_imagen de tapa: La hora de la manteca, madera, resina poliéster, colchón, 80x45x25 cms., 2012. (Foto: Lorena Marchetti)
_sin isbn / formato: 9x12,5 cms. / 96 pp. / 2013
Sobre este libro
Este libro, como todos los de la Expo, puede comprarse en papel o leerse, compartirse, descargarse en versión digital de manera gratuita.
Gonzalo Gálvez Romano
Hasta los cinco años, más o menos, lo único que me interesaba era averiguar cómo era que los aviones volaban. Había algo en aquel surcar el cielo de esas máquinas pesadísimas que no tenía explicación para mí. Aparte de eso, Montevideo era límpido, claro, casi transparente. Sin misterios. Fue a los 20 años que descubrí lo de las hélices y las turbinas; la aerodinámica, las corrientes térmicas y los flaps. Ya sin nada por averiguar me vine a Buenos Aires. Aquí fui padre, dibujante, ilustrador, diseñador. Aprendiz de escritor en varios talleres. Ganador de algún concurso. Amigo de escritores y editores. Casi fui editor, una vez. Nunca fui futbolista o basketbolista. No fui bancario, no quise ser empleado público. Político… vade retro; y para estrella de rock no tengo pasta. Fui gordo, muy gordo, flaco, raquítico. Fui un ignorante. Un tipo muy inteligente, casi un sabio. Soy terco, necio, obstinado. Tengo razón. Y pude escribir mi biografía en 1.000 caracteres justitos. Todo un logro.
Santiago Rey
Nací el 18 de julio de 1983 en Buenos Aires. Estudié Letras en la Universidad de Buenos Aires (entre 2002 y 2005) y Artes Visuales en el IUNA, orientación en Pintura (entre 2006 y 2009). Fui docente de la cátedra Nazarian de Pintura en el IUNA y en la Escuela Nº 14 de Tigre, y desde 2009 trabajo como asistente de Sebastián Gordín y Miguel Harte. Estudié carpintería y animación y participo de la clínica de obra que coordina Diana Aisenberg. Este año curé la muestras Ido. Instalación para una pintura y una cerámica de Ricardo Oliva en Fundación Lebenson y –junto con Martín Lanezan– Pepitas de oro de Juan Matías Alvarez, en Isla Flotante. Las últimas muestra de las que participé fueron: Lujo, calma y voluptuosidad (Militantes Galería, 2012), El complot de la cosas amables (Isla Flotante, 2011), Los del monte (en el mítico Bar La Coruña, 2011). Actualmente formo parte del colectivo musical Cumbia Beuys y asisto al taller de poesía de Osvaldo Bossi.
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